domingo, 3 de marzo de 2013

La Mendicidad: Otra consecuencia más de un modelo mezquino


Contrario a lo que erradamente creen algunos, la ciudad de Pereira, en este momento histórico la cuarta más desempleada de Colombia (DANE, 2013), ha tenido siempre en sus calles y zonas comunes a cientos de personas "pidiendo limosna", pero no solamente porque, como dicen varios facilistamente, sean unos "vagos" o pedir limosna sea un "buen negocio".  No. La realidad de la ciudad de Pereira es que hemos construido en medio de la pujanza y el coraje de sus gentes muchas mentiras; mentiras del tamaño de la misma ciudad, mentiras sobre las mentiras, mentiras y más mentiras.  Por ejemplo, alguna vez nos contaron que la ciudad había empezado a consolidarse en los predios cedidos "generosamente" por un señor Francisco Martínez, cuando en verdad y según serias y juiciosas investigaciones (Zuluaga Gómez, Víctor. 2005), el tal señor Martínez, lo que hizo fue vender los predios y buscar a toda costa reconocimiento y dinero por lo mismo.  Es bueno que este debate y muchos otros se aborden, precisamente ahora, que estamos próximos a conmemorar su sesquicentenario (150 años)...
 
Pues bien.  Aquello que todo el tiempo ha sido una consecuencia de un muy mal y grotesco modelo socio-económico: la mendicidad, ha sido tratada como causa de muchos de los males de la ciudad. Y pues adivinen: ¡otra mentira más!.  La mendicidad, no es otra cosa más que el resultado de un empobrecimiento permanente de la ciudadanía, de una muy retrógrada estrategia económica de las administraciones y, por supuesto, de una voracidad despiadada y desmedida de su clase dirigente.  Ahora, con otra mentira más, nos quieren hacer creer, que somos los ciudadanos "de a pie", los que trabajamos y producimos para que la ciudad aún tenga algo de pujanza, los responsables de una mendicidad fruto obligado de un sistema inicua, que no se compadece de la dificultad de los otros y que los arroja, sin vergüenza alguna, a las calles a pedir para su sustento.  Hay que agradecer, que en medio del letargo que vive la ciudad, gracias a los discursos vencidos del neoliberalismo, las gentes pereiranas luchamos incansablemente por sostener un "cierto orgullo" que nos impide ir a la calle y hacer lo mismo, que algunos sí lo vienen haciendo, pero no porque sea productivo, sino porque se ha vuelto un imperativo en medio de una pauperización cínica del empleo y de una falta de visión y de proyección, que raya en la mediocridad, por parte de sus gobernantes;  gobernantes, que dicho sea de paso, no sienten ni entienden la ciudad (muchos, hasta han sido foráneos).  ¿Qué irá a pasar ahora que empiecen a venir por montones las personas que durante varios años estuvieron en el exilio, en Europa y Estados Unidos, produciendo y enviando sus remesas?, ¿Cómo afrontarán las administraciones venideras dicha realidad? Es muy posible que la tasa de desempleo se incremente, y que, como consecuencia de ello, otros fenómenos parecidos al de la mendicidad se generen. ¿Dirán entonces, quienes ostenten el poder en ese momento, que quienes regresaron o sus familiares, están vagando o en la "mendicidad"  porque los ciudadanos les dan limosna? Habrá que ver la falacia de ese entonces.
 
Así las cosas, no nos vengan a meter la mentira de que si damos limosna, estamos apoyando el hampa o el crimen o las mafias de la mendicidad, porque no lo es.  Ni tampoco nos quieran meter la gran mentira de que al no dar limosna se acabará la mendicidad, porque ésa mendicidad no es una causa, sino una consecuencia.  Y para terminar, no cabe duda que hay quienes piden para el vicio o los hábitos inadecuados, pero no nos metan la gran mentira de que "no hay gente en las calles pidiendo para su sustento o sus necesidades básicas insatisfechas", porque sí los hay, y muchos.  Y, lo peor de todo es, que aunque duela admitirlo, con un modelo asistencialista que sí propugna por la limosna como lo es el programa "Familias en Acción" (Uribe-Santos), están impidiendo, desde el gobierno mismo, que los sectores vulnerables de la sociedad, encuentren su cauce productivo y dejen de ser "minusválidos económicos", para aportarle todo su potencial real a la patria.  Están logrando crear un  Frankestein, como muchos otros que se han propiciado desde El Estado mismo, con la conducción errada y miope de gobernantes que sólo piensan en su botín personal.  Cada un@, elabore sus propias y sanas conclusiones. 
 
 
 




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